7.11.07

La experiencia de Gustavo

Bueno, aquí va una experiencia de un Miembro de la SGIAR.


El regreso de un camino que parecía ser sólo de ida

Gustavo Fernández (Barrio de Almagro, Ciudad de Buenos Aires) La adicción a las drogas fue un estigma que marcó la vida de Gustavo Fernández y la de sus hermanos. Sin embargo, cuando todo hacía prever que se encaminaba hacia un callejón sin salida,

Gustavo tiene hoy 38 años y conoció el Budismo de Nichiren a través de su hermana mayor, Ana María, en 1988. Por ese entonces, Gustavo tenía 19 años y ya hacía dos que había iniciado el uso de drogas, que se sumaba a su consumo creciente de alcohol.. Ana María, quien en la actualidad participa en la Región Norte, también le transmitió la Ley de Nam-myoho-renge-kyo a su madre, quien ingresó en la Soka Gakkai en 1990. Sin embargo, pasó un tiempo hasta que Gustavo decidió iniciarse en el camino de la práctica budista.


Mi familia, en aquella época, estaba compuesta por dos hermanas, dos hermanos y mis padres. En 1984, falleció mi hermano Daniel (que tenía apenas 19 años) por una sobredosis. Mi hermana Patricia también consumía drogas y constantemente caía en situaciones de desesperación, producto de su adicción. Finalmente, falleció a los 37 años, en medio de un gran padecimiento.

Mi familia estaba marcada por ese terrible sufrimiento; sin embargo, y a pesar de dolorosa pérdida de mis hermanos, yo no podía frenar mi consumo de drogas y, cada vez más, sentía que me estaba metiendo en un callejón sin salida.

En 1998, falleció mi mamá, a causa de una afección cardiaca. Esto no hizo más que profundizar mi sufrimiento. Tan grande era mi depresión que no pude levantarme de la cama por una semana, mientras continuaba drogándome más y más.

Estaba en una situación límite: no tenía trabajo y debía varios meses de expensas del departamento donde vivía (que había heredado de mis padres). Lo peor era que no tenía ni fuerzas para salir a buscar un empleo y estaba a punto de que me embargaran la propiedad, debido a esa deuda.


Esa crítica situación, explica Gustavo, lo hizo reaccionar; un día, comenzó a orar frente al Gohonzon que había recibido su madre. Había llegado el momento de enfrentar sus problemas.


Decidí comenzar a invocar Nam-myoho-renge-kyo con el objetivo de no perder mi casa. Invocaba entre tres y cinco horas diarias. A los pocos días, un amigo que conocía mi situación me sugirió que dejara el departamento en manos de mi hermana mayor, para que ella pudiera alquilarlo y así pagar las deudas. Además, me ofreció un trabajo en Córdoba y la posibilidad de vivir en su casa. Esas fueron mis primeras experiencias en el camino de la práctica budista. Corría 2002 y ya habían pasado casi trece años desde que mi hermana nos transmitiera la Ley. Sin embargo, mi vida continuaba igual, sólo que en otro lugar. En Córdoba estuve tres meses, tiempo en que no pude dejar de drogarme. Un día, producto de mi inestabilidad, tuve una discusión con mi amigo, y me echó de su casa y del trabajo.


Al regresar a Buenos Aires, Gustavo no tenía dónde ir y resolvió ir a vivir a la casa de su padre. Sin embargo, la relación con él no era buena. Gustavo continuaba consumiendo drogas y así fue como, a fines de ese año, su padre le pidió que se fuera de su casa.


En ese momento, no tenía trabajo, ni plata, ni nada. Me fui a la casa de una amiga, quien estaba dando sus primeros pasos en la práctica del Budismo. Comencé a orar junto con ella y, gracias a su gran apoyo, tomé fuerzas para desafiarme en la búsqueda de un nuevo trabajo. Un día, luego de realizar daimoku, fui a un restaurante donde podían llegar a tomarme como empleado, ya que el dueño era conocido de mi hermana. Luego de explicarle mi situación con toda sinceridad, me dijo que esa misma noche podía comenzar a trabajar. Además, me dio un adelanto para pagar el alojamiento de una semana en un hotel.

Mis esfuerzos en la práctica budista me daban fuerza y, nuevamente, dejaban ver grandes resultados. Sin embargo, luego de tres meses, fui despedido por trabajar en estado de ebriedad. La batalla aún no estaba ganada. Eso sucedió en marzo de 2003.


En enero de ese año, Gustavo había conocido a Laura, quien luego sería su pareja. A pesar de ver la dura realidad que él atravesaba, Laura lo ayudó incondicionalmente a salir adelante. En esa época, Gustavo continuaba drogándose y consumiendo alcohol, hasta que, en junio de 2003, Laura le dijo que si no abandonaba las drogas, ella lo dejaría a él. Un día, tras una noche de infierno, Laura, que no era budista, le dijo: “Ya que tenés este altar, porque no te sentás y te ponés a practicar como antes”.


Recuerdo que, esa misma semana, mi hermana me llamó para preguntarme qué iba a hacer de mi vida, y yo le contesté que quería suicidarme. Ella me respondió que si yo estaba pensando en eso, era mejor que no la llamara nunca más. Fue allí que resolví enfrentar nuevamente el Gohonzon. Ese cambio en mi actitud ante la práctica hizo que inmediatamente dejara el alcohol, las drogas y el tabaco. La última vez que consumí drogas fue el 2 de agosto de 2003. Desde entonces, invoqué daimoku para no volver jamás a reincidir; ese fue el comienzo real de mi revolución humana.

En agosto de ese año conseguí el trabajo que realizo actualmente, y en setiembre falleció mi padre. Varias veces estuve a punto de recaer pero, con gran esfuerzo, siempre seguí adelante, firme en mi decisión. Hoy, cuatro años después, estoy feliz de vivir, de haber dado un giro de 180 grados en mi vida. Estoy trabajando por mi cuenta, como comerciante, vivo en un departamento que alquilo y, además, no perdí mi propiedad, que tengo alquilada.

La práctica del Budismo me hace feliz, me siento mucho más fuerte y seguro de mí mismo; además, estoy profundizando el estudio de sus enseñanzas. Estoy enormemente agradecido a mi maestro de la vida, Daisaku Ikeda, quien me nutre diariamente a través de sus guías. Agradezco, también, a mis compañeros de la fe que me ayudan a mantener vivo mi compromiso, y a mi amiga Carolina, quien me ayudó en mis primeros pasos en la fe; a Laura, mi ex mujer; a Miguel, Mario, Andrea, Marcela y a todos aquellos que me brindaron y siguen brindándome su apoyo.

Hay una frase de los escritos de Nichiren Daishonin en la que me basé en todo momento y que siempre llevo en mi corazón, para sostener mi desafío: “Tenga una fe firme: quien es cobarde en la fe no puede lograr nada”.1



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[1] Los principales escritos de Nichiren Daishonin, vol. 1, pág. 250

La Sabiduría



"La sabiduría es el camino hacia la felicidad. Ni el dinero, ni la capacidad de desenvolverse en la vida, ni la posición social pueden permitirnos superar los cuatro sufrimientos fundamentales: el nacimiento, la vejez, la enfermedad y la muerte. La única forma es cultivar la sabiduría de la cual nuestra vida se halla intrínsecamente dotada. El propósito del Sutra del Loto es permitir a todos los hombres desarrollar esta suprema sabiduría en su corazón y avanzar por la ruta de la falicidad indestructible. Los tesoros del corazón son los más valiosos."

2.11.07

Tina Turner con Larry King

Bueno aqui!!! una de las cantantes mas famosa y talentosa de todos los tiempos, Tina Tuner, ella practica el Budismo de Nichiren Daishonin y es miembro de la SGI USA, aquí está el video de una entrevista con el periodista Larry King, donde la cantante empieza hacer daimoku y recita algunas páginas de la liturgia..... Imperdible !!!.. está muy bueno !!!!